Hoy fui a dejar a Coco con sus hermanas, tres de sus nueve hermanos que decidieron irse con ella de vacaciones y festejar sus setenta años. En el camino, la miré muy seria. "soy una tonta hijo" me lo dijo un poco molesta. "todo se me olvida y mis hermanas se desesperan" me repitió ya con lágrimas en los ojos, "¿qué voy a hacer hijo?" me quedé callado, sentí sus lágrimas por un momento y su impotencia y sentí una terrible frutración de no poder ayudarla. Se abrió un fuerte silencio en medio de los dos que ayudó a que se calmara un poco. "Tienes que seguir Coco" fue lo único que se me ocurrió, "sigues viva, y hay que seguir." Después de eso me preguntó nuevamente ¿a dónde vamos? y su mirada ya estaba en otro lugar, en otro espacio en otro plano, cuando llegó con una de sus hermanas, no dejaba de abrazarla una y otra vez, como una niña que no oculta la emoción que le provoca el viaje. Antes de irse me volvió a preguntar ¿a dónde voy hijo?...
Paso y dejo lo mío, luego se vuelve tuyo es entonces un pozo, si bebes de él se llena si no se vacía y marcho a galope, vas y voy y vamos dejando algo que de a poco me describe pero nunca me alcanza. Somos un enigma, y nos vamos conociendo, en cada letra me describo y juego a que te mires, porque en ti me veo y a veces nos encontramos, gracias por pasar por la ruta en la que sigo danzando.