A mi mamá se le olvida el Alzheimer cantando y tomando conmigo. Un juego raro e injusto sucede en la cabeza de Coco, mi mamá, un juego donde las reglas se escriben a diario, a cada instante. Sí, le pasa algo, no puedo negarlo más. Lo hice, como todos lo hemos hecho, negar que algo sucede para evitar enfrentarlo, pero algo le pasa. No hay, al rato se le quita. Hay quizá posibilidades de entrar en su mente de muchas maneras, pero no frontal y con preguntas efímeras, todo se le empieza a ir de a poco. Él ¿Cómo estás? Se convierte en un laberinto imposible donde todo regresa al mismo punto; me pregunta tres, cuatro veces y yo le repito diez veces y de colores diferentes, porque cada vez entiendo más el juego y lo comparto con ella. Ahora la acompaño me dejo guiar por su mente desbocada, y en parte me da gusto que sea así, que no regrese al terrible encierro de reglas donde siempre vivió. ¡Ah mi Coco! ¿Cuántas horas perdidas tratando de entender la vida?, y al final todo se lo lleva el vi
Avanzaré como un río por todos los rincones de mi memoria Recorreré cada recuerdo y voy a mirar por todos lados y voy a escribirlo, porque al escribirlo tallo la madera, y creo la pieza le doy vida. Al observarlo, nace y lo voy a acomodar; como ese poema, dejando en claro mi pasado, porque una vez mirado lo que he recorrido vuelvo a vivirlo, a disfrutándolo aún más.