¿Cuántos años tiene Pablo? me dice Coco mientras caminamos por la Cibeles, ocho le respondo y toma mi brazo para seguir caminando, ¿cómo estás? me vuelve a preguntar, y yo miro como caen las hojas , ¡Ah el otoño ya está aquí otra vez! pienso mientras miro a Coco como ya está en otra idea. ¿Cuántos años tiene Pablo entonces? ¿Cuántos crees? y juego a que sea ella quien me guíe, que su memoria nos guíe quizá es mejor dejar que se esparzan tantos datos. El agua de la fuente nos transporta. ¿Sigues tocando la guitarra le pregunto? no, está desafinada. Caminamos sintiendo la fría tarde. ¿Pero estás bien? me pregunta con un extraño interés. Estoy bien Coco, y llegamos donde está la escultura del David una copia que luce totalmente descuidada, como si una infección en la piel del majestuoso David de piedra, avanzara por todo el cuerpo. Qué bonito lugar, ¿dónde estamos? Me pregunta, y le damos una vuelta a la glorieta, al tiempo, a la vida. Coco mi madre me pregunta una y otra vez, deja abrir...
Paso y dejo lo mío, luego se vuelve tuyo es entonces un pozo, si bebes de él se llena si no se vacía y marcho a galope, vas y voy y vamos dejando algo que de a poco me describe pero nunca me alcanza. Somos un enigma, y nos vamos conociendo, en cada letra me describo y juego a que te mires, porque en ti me veo y a veces nos encontramos, gracias por pasar por la ruta en la que sigo danzando.