Cada vez que leo la vida de esos hombres que pasaron por la tierra y dejaron una huella imborrable, me entusiasmo y quiero ser como ellos, quiero incluso poner en práctica todo eso admirable de lo que hablan o más bien de lo que se habla de ellos, porque muchas veces como es el caso de Jesús, Sócrates incluso de Gandhi, sólo nos queda, lo que sus discípulos escribieron, porque ellos no escribieron nada, actuaron y vaya que dejaron huella pero entre más me acerco a ello, entre más me adentro a sus ideas, a sus vidas más me alejo de mi y de repente descubro que al final de la noche, cuando llega el silencio absoluto me doy cuenta que estoy solo, estamos pues con nosotros mismos y al decir con nosotros, ya hay más, porque siempre somos más en nuestro propio interior y ¿quién lo cuestiona? ¿quién realmente cuestiona quienes somos o qué es lo que realmente nos mueve? Siempre hay más preguntas que respuestas, y se supone que eso es lo importante, seguir preguntando, seguir cuestionando ...
Paso y dejo lo mío, luego se vuelve tuyo es entonces un pozo, si bebes de él se llena si no se vacía y marcho a galope, vas y voy y vamos dejando algo que de a poco me describe pero nunca me alcanza. Somos un enigma, y nos vamos conociendo, en cada letra me describo y juego a que te mires, porque en ti me veo y a veces nos encontramos, gracias por pasar por la ruta en la que sigo danzando.