Te vi, estabas ahí en ese pasillo repleto de miradas, entre voces que van de arriba abajo, te vi, con esa nariz fina y larga, que divide tu rostro esbelto y firme como un árbol de grandes ramas. Seguí tu nariz hasta ver esa hermosa boca, una línea breve que al mirarme dejó ver una sonrisa: me viste, nos miramos un instante. Un instante suficiente para sentir como mi respiración cambió de ritmo, todo sucede en un instante, es suficiente para imaginar como es tu vida, de qué color es tu aliento, ¿quién eres? -Que linda risa, ¿podríamos cenar? y después un repertorio de poesía, palabras que envuelvan tu deseo y se beban mis ansias por tenerte, empalagarnos de la tragedia y la comedia de nuestras vidas, abrir las puertas de la memoria durante una larga y exquisita velada y en el amanecer hacer el amor, quedarme dentro de ti durante un largo rato hasta sentir tu cuerpo como un mar cálido que me guía a su ritmo, me eleva y me hunde, me traga, me ahoga. Bailo con tu tacto, me guías y dejas que el sol extienda su fuego. Te imaginé interesada en los laberintos de mis historias, me vi mandándote mensajes a la mitad de tu día, pistas para verte por la noche en algún bar del centro. Pasar por ti sin avisarte, hacerte el amor en el auto frente a curiosos y zombies que cruzan las calles, me vi reflejado en tu mirada y sentí una punzada en todo este extraño sistema que gobierna mis pensamientos, mis emociones y decidí voltearme, me alejé si previo aviso, sin un parpadeo que diera pie a acercarme. salí de ese universo que estaba tejiendo y me alejé sin mirar atrás, nada puedo ofrecerte, nada quiero darte. Me llegó súbitamente todo este manifiesto de silencio que he venido ejerciendo, ¿quién es el que mira? ¿quién es el que quiere ver? ¿el que quiere que lo vean? un cansancio extraño sentí al desear conocerte, un desencanto al revisar las historias que he sembrado. No quiero más por ahora, no puedo conocer más historia que la mía, ya no tengo nada que ofrecer, no hay más planes de pareja, de juntos por siempre, de domingo en familia, renuncio por completo a esa idea, renuncio por ahora como lo hace la viuda al cerrar toda posibilidad ante la muerte de su amado, he muerto también, lo hice de a poquito al sembrar tantas miradas y no quedarme en ningua, lo he hecho al matar de amor a quien me entregó su corazón y lo usé para saciarme. He muerto al mirarte como te alejas sin poder amarte, morí al despedir a mis hijos lejos de mis brazos. No, no pude mirarte más, no pude oirte. Apenas estoy reconociedo mi voz, apenas estoy oyéndome. Ahora puedo decir que no, girar el rostro, calmar la sed con un trago de silencio, ahora puedo andar sin sentir que te debo algo, que me debes, que soy tuyo, que eres mía. Me estoy acostumbrando a vivir con mi sombra, a que sea el eco de mis pensamientos la única charla de noche, a dejar de creer en dioses de barro y humo y aceptar la inmesidad del universo sin más suposición ni juicio, estoy aprendiendo a mirar de frente el horizonte y sentir una libertad que sólo llega después de mucho tallar todo ese zarro de acuerdos y promesas que en la vida vamos acumulando, ahora llegas mi hermoso caballo de humo ahora llegas a cabalgar comigo en este aún hermoso viaje.
-...entra en el miedo, sólo ahí, en ese lugar está lo que buscas, lo que viniste a aprender- Me lo dijo Marcos, el viejo vagabundo que siempre está afuera del bar, me detuve, porque sus palabras me calaron, lo miré un momento. -¿me hablas a mi? -le hablo a todo el mundo, y aveces alguien me contesta, ¿me invitas un trago? Lo miré y pensé por un momento en invitarlo, pero me distraje con un par de mujeres que entraron, una de ellas traía una falda larga casi transparente y con una abertura que te atrapaba al instante, era como un anzuelo para buscarla, para seguirla, y la seguí. El bar estaba atascado, el espacio es muy pequeño, un curioso garage que se extiende de forma vertical, hasta llegar a una barra, decorada con objetos de taller mecánico, porque lo era, "el taller de Tony" que al morir, uno de sus hijos lo inmortalizó, convirtiéndolo en Bar y dejando todo como estaba, bueno adaptándolo un poquito. Perdí de vista a las mujeres, logré llegar a la barr...
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