Quería estallar en llanto, dejar salir mis lágrimas como una cascada con incontenible furia, ¡qué historia tan desgarrante, tan heroica, una mujer capaz de salvar a dos mil quinientos bebes, arrancarlos de mano de los nazis, ¡que vara tan alta nos puso Irena Sendler al ayudar al otro, salvó a un pueblo completo, y que forma de interpretarlo de Fanny Sarfati en este unipersonal, el Angel de Varsovia. Todos por un momento estábamos en el foro Shakespeare, ese viejo teatro que se tragó algunas tardes de mi soledad, una soledad compartida con grandes amigos que he visto desfilar aquí, y ahora una vieja colega me invitaba a regresar con este majestuoso monólogo dirigido por Carlos Rangel, que arranca con un ritmo lento y poco a poco empieza a subir, y de repente ya estábamos llorando con Irena, al ver a una madre como entrega a su único hijo para salvarlo "no lo dejes dormir solo, no le gusta". Irena se convirió en el ángel para miles de bebés que fueron arrancados de la mano de sus padres y que gracias a eso lograron sobrevivir al holocausto, qué dolor el de las madres, los padres, y todo aquel que tenga un poco de alma viva sabe que es un dolor insuperable, que las heridas de ese desastre son imborrables. En la sala nos regresaba la tos de una mujer que por más que trataba de calmarse, tosía una y otra vez, la gente empezaba a incomodarse, un hombre volteaba a verla con juicio y desdén, y yo pensaba qué caso tiene mirarla, eso no ayudará a que su garganta sane, un grito de rabia surgió en la sala, "deténgase" agarraron a Irena, al ángel de Varsovia y aunque sabía que ahí no moriría, porque fue condecorada muchas veces, no sabía que había sido torturada, que le pegaron en los pies hasta cansarse, heridas que la marcaron de por vida. La obra termina con el ave maría, pero se oye también el ghetto de Elvis, es una obra para despertar el amor y compasión, la humanidad que se nos olvida, para nunca olvidar que la violencia y la guerra son innecesarias y las consecuencias imborrables. Terminé con un nudo en la garganta, recordé a Gandhi que fue capaz de detener la guerra con un principio de paz, recordé a Jesús y su terrible sacrificio en una cruz por traer un mensaje de paz y recordé a miles de héroes anónimos que día con día nos recuerdan que podemos mirar la vida de otra manera. Al final en la cafetería bajándonos comentando la obra y bajándonos el susto con una cerveza pudimos saludar a Fanny que al verla sin la caracterización es completamente diferente, y no me refiero al maquillaje y pelucas, me refiero a algo más, a la capacidad de haberse puesto el alma de un ángel que al interpretarlo seguro nos visitó. Muy buena puesta, gracias Lourdes Gomez por la invitación yh el reencuentro.
Canto a mi Coco, mi hermosa madre Ya no sabes quién soy. A veces me da rabia. Me cuesta entenderlo. Lo acepto. He aprendido a aceptarlo. Cada día que ibas perdiendo tu memoria, me perdía contigo. Me asfixiaba tu destino, nuestro destino, nuestra historia. Primero mi padre. Ahora tú. Mi coco, mi madre… Me ha tocado entender que así, de repente, la vida puede cambiar. La vida es cambio. Todo el tiempo es cambio. Esa es mi vida. Mirarte ahora, sin que sepas quién soy, es como saber que ya no eres tú pero lo eres. Yo sé quién eres tú. Y eso cuenta. Mis hijos lo saben. Mi padre lo sabe. Tus hijas, tus nietos tu familia, Y solo nos queda cantar. Cantar sin detenernos. Cantar sin juicios. Unir la voz como dos almas que se buscan. Porque no dejas de cantar. Ahí está el bálsamo que nos calma. Y aprendo de tu risa, de tu risa siempre lista, dispuesta. Aprendo de tu mirada que no se cansa, que está lejos de la mía… Y un día seremos luz. sin tanto drama. Yo sé quién eres tú. Aunque no ...

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