¿Dónde estabas cuando mirando la noche me quedé colgado de una estrella? Canté tu voz, la voz que se abría de a poco en un valle desierto y claro, profundo. ¿A dónde vas cuando alejado de tu fantasía entregas tu sueño a quien cuidó tus pasos? Se oye un silbido en la mañana y se expande en la noche, se pierde en el día con los gritos de la gente. Gente, autos, nací en un rio, nací a las dos de la mañana cuando cede la mente y se libera la especie pura, el artesano sin reglas, la criatura que muerde y crea. Nací cuando los cuerpos se entregan al placer y el deseo, cuando las miradas se cubren de miedo, y risa. Nací oyendo los coros de mi padre y el silencio de mi madre. Nací en el ojo de un huracán. ¿Quién me habla de lazos? estamos todos enlazados, estamos todos repletos del otro. Te veo en mil voces que me hablan, amo a una mujer que huele a todas las mujeres que he amado. Me duele dejarte y es ese dolor que me libera ¿cuántas veces te he dejado? y nazco nuevamente, ¿no es así el amor? ¿No es apropiarse del otro? Es tanto el miedo a la soledad que nos casamos con firmas y testigos para que no haya arrepentidos. ¿cómo puedes renunciar a la libetad? ¿óyelo es que tienes que oirlo? aún cuando haya algo de alivio al ver la misma cara, no hay evolución en la especie que se aferra al nido. Creiste que me dolería perder todo, pensaste que lloraría por perderte y descubrí que no hay regalo más hermoso que la libertad. Pócima bendita que sólo conocen las aves libres, las especies que aún logran andar por el viento o por lo océanos, cazando su comida y buscando hogares. Aún quedan hombres y mujeres que se dejan libres, nómadas de mente y de tiempo. Nada es tuyo y la ilusión te adormece el alma. No soy dueño de nada pero tu lo crees, tu lo ves y aún hay algo de tiempo. Regresa al origen al día que naciste. Te lo digo mirando mis uñas que crecen, siguen creciendo y si las dejara libres se expanderían como enrededaeras en las ramas de mi cuerpo, crecen los hábitos de castigarte, de estar en la orilla del valle, crece el miedo cuando te bebes los secretos. Crece el anhelo de vivir cuando la manecilla ha dado la vuelta, y es así, no hay más tregua que tu forma de andar. Anhelo sentirte sin que te robes mi alma. ¿qué tienes para mí? En donde es que se reparte la fe que se ha venido deshilanchando. Conozco tu silenico más que el mío, porque me gusta observarte, prefiero leer tu cuerpo sin tacto. Prefiero verte, así sin tanto maquillaje, lo sabes. Lo sé, es que en dónde me iba a sentir más agusto, más yo sin nada que se vuelva en hábito. Habito en este viaje sin ninguan otra obsesión que la de amarte. Si tu eres y yo soy tú. Es un espejo, me miras para mirarte, para entender algo de esa carrera que de chicos se volvió deporte. No te vayas, no me dejes con este que soy yo que a veces no soporta más esta vida sin tu risa tatuando mi alma un grito de amarte.
-...entra en el miedo, sólo ahí, en ese lugar está lo que buscas, lo que viniste a aprender- Me lo dijo Marcos, el viejo vagabundo que siempre está afuera del bar, me detuve, porque sus palabras me calaron, lo miré un momento. -¿me hablas a mi? -le hablo a todo el mundo, y aveces alguien me contesta, ¿me invitas un trago? Lo miré y pensé por un momento en invitarlo, pero me distraje con un par de mujeres que entraron, una de ellas traía una falda larga casi transparente y con una abertura que te atrapaba al instante, era como un anzuelo para buscarla, para seguirla, y la seguí. El bar estaba atascado, el espacio es muy pequeño, un curioso garage que se extiende de forma vertical, hasta llegar a una barra, decorada con objetos de taller mecánico, porque lo era, "el taller de Tony" que al morir, uno de sus hijos lo inmortalizó, convirtiéndolo en Bar y dejando todo como estaba, bueno adaptándolo un poquito. Perdí de vista a las mujeres, logré llegar a la barr...
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