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COCO, MI ABUELA Y MI COCO

Querida Abuela 
¡Ah vieja linda que mirabas más allá de mis ojos y me defendías de las garras de mi abuelo! Ayer me acordé de ti, lo hice al mirar una película donde hablan de las abuelas: las Abuelas que son como una columna vertebral en muchas familias, un eje que sostiene la unión y la armonía y que al morir, es probable que la familia se separe, como sucedió con la mía. Déjame decirte algo Abuela que no sabes, pero estoy seguro lo intuías; me dedico a contar historias, algunas las he podido convertir en películas y otras las dejo escritas, pero la cuestión es que es algo que se me da, algo para lo que soy bueno. Estoy seguro que por eso tú me entendías, sabías que mi pasión era la de crear, lo veías cuando estaba tirado a la mitad del patio y me mirabas de reojo, me abrazabas con el simple hecho de mirarme y no como tu esposo que siempre andaba dando sombrerazos y bibliazos a todo el mundo. Lo sabías cuando a tu lado me ponías a hacer algo, pintar o pirografiar alguna madera. Sabías abuela que yo era diferente a tus hijos la mayoría de los hombres que se les daba arreglar aparatos eléctricos y mecánica. Yo para eso no soy bueno Abuela no lo entiendo, me encanta pintar y ensuciarme de pintura, pero la grasa me irrita, me molesta, no sé nada de ingeniería, pero sí de contar historias. En el cine he aprendido más que en la escuela, mi sistema de aprendizaje sólo funciona cuando tiene voz y movimiento, o cuando es tan fuerte que me pega en los más profundo de mi disperso pensar. Me encanta hablar y escribir sino es que es lo mismo, pero al escribir puedes contar todo con más detalle, te da tiempo a reflexionar una idea y acomodarla.

Quizá no sepas, pero cuando te fuiste las reuniones fueron menos, y cuando se murió mi abuelo peor aún. Ahora abuela, las cosas están muy diferentes en la familia que dejaste, aquella familia donde todo era fiesta y baile. Ahora, hay conflictos, dos de tus hijos a penas se saludan, el rencor ha sido más importante que el perdón -es triste abuela, lo sé, pero así es. En la película esta que te cuento hablan de una abuela que se llama coco y a la cual ya se le olvidan las cosas como a mi Mamá: Coco, tu hija, que la memoria se le anda resbalando.  


Cuando la cinta inició quedé como en muchas películas, prendido de mi historia, fue un espejo fulminante y empecé a volar, y es que la trama es de una viejita que se llama Coco, ya no recuerda casi nada, tira palabras al aire que no tienen mucho sentido aparentemente, sin embargo, es como en muchos casos una mujer sabía que tiene el secreto de lo que le ha pasado a la familia. Un fuerte dolor en el estómago me pego cuando miré a mi coco, que estaba dos lugares a lado del mío, ¡ah mi coco, también está luchando, contra algo que sucede en su cabeza!

Entonces recordé qué pasa con mi vida,  me enredé Abuela, como un niño en un laberinto, ya no supe ni por donde seguir y me detuve, y en ese detenerme volví a oírme, a escuchar todo eso que había perdido, regresé a mirar las nubes sin prisa o dejar que la noche se posara en mi techo de pensamientos. He podido recuperar un poco la calma, fue difícil Abuela, nunca fui bueno para mantener los negocios al día, casi todo lo que he creado lo he dejado atrás pero no he sido lo suficientemente capaz de mantener fortunas, o me lo gasto en viajes o en obras no tengo departamentos o casa propias, pero he hecho algunas obras donde está lo que he ganado, aunque estoy seguro abuela que ya viene la obra que me dará equilibrio en todos los planos, me lo he prometido a mí y a mis hijos. Ahora que he podido entender mucho de lo que viví me he acordado tanto de ti, mi madre sigue viviendo en la casa donde tu viviste, donde alguna vez fue también una especie de escuelita, donde después vivió uno de tus hijos que por cierto admiré y aprecié por mucho tiempo, en primera porque siempre lo veía hablando bien de ti y en segunda porque a mi madre siempre la cuidó, incluso sentía que la protegía; para mí, él era como uno más de mis héroes lo admiraba tanto que si podía describir a un padre le ponía su cara. Sin embargo, Abuela, el otro día lo volví a encontrar. Lo saludé como si nada, como si ya no pasara nada, y nuevamente sentí el rechazo y el enfado del tío, ¡ah que terrible es el rencor y la memoria cuando se usan en sentido contrario abuela, porque en vez de crecer te detienen! te frena, te jala a un terrible campo infértil donde todo es silencio. Yo no entiendo como ese hombre pueda guardar rencor. Si tu vivieras, no lo creerías y estoy seguro que lo regañarías, si claro razón tendrá para estar enojado, como yo, y razones sobran para explicar, pero cómo puedes seguir usando esa razón para justificar tu molestia. Aquel tío no le basto estar molesto por una riña, me enterró una flecha que tardé en sacarme, pero lo hice, tuve que hacerlo. Después de mucho pensar y meditar, me hice a un lado. Mi madre y algunos sabios amigos me apoyaron para no contestar con una ofensiva que seguro terminaría muy mal. Simplemente me alejé, borré como ya antes lo había hecho, la idea de familia, había aprendido a bloquear el dolor y dejarlo de lado, lo aprendí con mi padre y ejercité ese músculo de me vale, de no existe. Dejé que el tiempo se llevará lo malo, pero lo malo, los secretos no se van hasta que no se les enfrenta hasta que no se les saca de la oscuridad, sin embargo, todo estaba ahí, los rencores y la memoria lastimada, así que decidí explorar otras formas de resolver los problemas emocionales que bloquean a las personas, no sabes la cantidad de terapias, de libros de maestros charlatanes, doctores religiones y etc. que he conocido. Un día salí a preguntar y después de mucho buscar me di cuenta que las respuestas las encontraba en mis historias, algo sucede abuela que cuando hablo o escribo de lo que supuestamente se, voy descubriendo lo que me faltaba entender, así que decidí  crear obras para poder comprender y así sanar la mente y el alma.

La primera que hice la premiaron y eso, aunque muchos años después lo entendí fue como una señal que me marcaba el camino que podía tomar, así que muchos años después seguí la señal, y empecé a trabajar en otra obra que se volvería el eje de mi vida, ahí resolvería tantas preguntas pendientes que tenía de mi padre que sentí como si hubiera limado el dolor que había acumulado a lo largo del tiempo; la ignorancia, el ignorar los hechos es algo que puede resultar mortal. Ignorar es como no querer ver, y eso alimenta un monstruo que acaba por devorase todo.
Sé que tu creciste en aquella época donde todo era blanco y negro, no había más. No se cuestionaba a los padres, se obedecía, algo de eso todavía me tocó a mí. Sé que mi abuelo no podía ni decirle mamá a su madre, ya desde ahí había murallas de secretos, claro mi mente curiosa no se detenía y un día cuestioné a Missita, como le decían a mi Bisabuela, ella me miró y se rio, y me contó cómo es que mi abuelo se alegró de que yo tuviera la barba partida. No me quiso responder o simplemente ya ni se acordó, jamás me imaginé que un secreto pudiera guardarse tanto tiempo, que el rencor fuera tan importante como un recuerdo de amor que hay que conservar incluso alimentar para que siga vivo, es estúpido, pero así es, es como actualizar todos los pensamientos. Yo no estoy en contra de las discusiones, es más estoy a favor de ellas, son importantes para poner a prueba las ideas, para saber si estás seguro; para saber si tiene fuerza un pensamiento, de lo que no estoy a favor es de alimentar una energía que pueda destruirte, de seguir enojado por algo que pasó diez años atrás, ¿cómo es eso abuela? ¿cómo es, que no lo entiendo? Ojalá me mandaras algunas pistas, para entender a esta familia donde caí, pero no he terminado de escribir estas líneas y ya me caen nuevas ideas acerca de cómo responder todo eso que ha pasado aquí. No sé exactamente qué pasó con el tío, algunas historias se corren alrededor de él. Una de tantas, es la historia de que tenga otra familia, y al parecer uno de mis amigos lo vio eso quizá es un gran argumento para haberme lanzado una carta con tal saña que al responder el pudiera explicar que lo mío era una calumnia y sin embargo todo eso es una suposición y toda suposición es falsa. Porque nunca será como la realiad, y claro ¿cuál es la realidad? lo que si he aprendido es sacar las cosas a la luz, y ahí el hechizo, lo malo o lo bueno que uno le otorga, se desvanece, qué puede pasar si pones a la luz lo que en tu pensar crees que es terrible. Todo se resolvería, no habría mentira que esconder, ni delito que perseguir, todo sería una historia, una anécdota y no más . Pero nada de eso pasó y bueno si no me interesó en ese tiempo ahora menos. Lo que si es lamentable es ver a una persona que acumule tanto rencor, claro es peor seguirlo, caer en el mismo abismo con él. Vuelvo a pensar en la película que vi y creo absolutamente que un simple perdón es capaz de terminar un hechizo de separación que se ha gestado por años, pero creo también que para eso hay que estar dispuestos a evolucionar a crecer a dejar atrás el rencor. Estoy seguro que tu serías capaz de explicarme un poco como funcionan tus hijos, sin embargo, ya estás muy lejos para poder hacer algo. No me queda más que resolver las preguntas de la familia creando la mía. No conociste a mi hija, que por cierto lleva uno de tus nombres, nunca lo relacioné directamente, pero ahora que lo sé, me parece genial que tenga parte de tu esencia, claro con sus sanas y enormes distancias, porque cada quien su vida. María tiene quince y es una niña tan independiente y linda que siempre tiene invitaciones a fiestas y viajes. Tengo otros dos niños,  Pablo y Max, dos niños con tanta energía que estoy seguro te harían reír, juegan con mi padre, todo el tiempo, puedes creerlo mi padre, aquel hombre que andaba repartiendo golpes y gritos por todos lados es ahora un manso abuelo que puede vivir entres sus mundos de fantasía y el de su familia, eso abuela es gracias a romper los secretos, te lo juro, lo ha logrado a base de enfrentar la realidad,  de ser capaces de aceptar las cosas como son, y no andar escondiendo lo que pasa. Lo triste en la familia de mi padre es que sus hermanos, lo fueron abandonando, ¡ah eso si me costó aceptarlo!, y es que aún no alcanzo a entender como sus hermanos no le llaman ni para saber si sigue vivo. No logro entender, como es que, si a una de mis hermanas le pasara algo, fuera capaz de abandonarla a su suerte. Es terrible esa reacción de su familia, ya casi no le duele, pero a veces cuando la charla nos lleva a recorrer los pasillos de la memoria, mi padre se acuerda de su familia de su pueblo, del puerto de Veracruz y llora. Saltan unas lágrimas que arden, a veces le gritaba: ¡deja de llorar no se merecen ni eso! Pero ahora que he crecido un poco más, dejo que llore, que las lágrimas lo curen. Después hablamos de lo que siente, y entonces se calma.

 Me gusta esta época, lo único que no me gusta es que ya no hay fiestas como las de aquella, en donde tú estabas al final de la mesa riéndote con esos hoyitos en las mejillas. Ahora es casi un milagro que se sienten en la misma mesa el tío en cuestión y otra de tus hijas. Aquella tía que admiraba por su belleza y su seguridad y que curiosamente guarda también una molestia contra mí que no alcanzo a entender, sin embargo, ella y el tío, son los que están en disputa, curioso sí, pero así es. Me explico al explicarte Abuela, se calma un poco esta sed de querer entender de interpretar tus voces, y tus gestos. Ojalá si es que hay un más allá, puedas venir en sueños a decirle a mi Coco, que se levante que aún le quedan tardes para caminar y canciones que cantar. Ojalá pudieras como una vez me dijiste despedirte en sueños de tus hijos y que lograran perdonar sus diferencias, así mis hijos podrían ver esas fiestas inmensas en donde crecí. Ojalá abuela no estuviéramos tan separados, y divididos y como un juego de niños pudiéramos todos disfrutar de una gran fiesta. Pero creo Abuela que la realidad es así y aunque cueste aceptarla es mejor nombrarla y no dejarla guardada en la memoria porque ahí se infecta, se pudre y nos mata.

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