Ayer lloré con Cris mi hermana mayor, la hermana que creció a mi lado pero no estaba conmigo, lloramos con fuerza y abrazados, como buenos hermanos, como amigos, cómo cómplices de guerra como dos simples amigos que no necesitan hablar para explicar todo lo que ha pasado en sus vidas, un abrazo sin cuestionamientos sin preguntas y con miles de respuestas, un abrazo que nunca llegó de niños, que nunca pudimos darnos. Un abrazo que dejé de esperar, que dejé de anhelar, y llegó así sin avisar, llegó justo cuando regresamos a casa, aquella casa donde vivimos, y donde todo pasó. Mientras abrazaba a Cris, y sentía su llanto recordaba como fue su infancia. "No es tu culpa" le decía, y su llanto se abría más fuerte, y recordaba como de niño le pedía a Dios que se la llevara que no dejara que mis padres le pegaran más; seis años tenía yo y ese era mi más grande deseo, sólo eso. Pero eso no llegó des o afortunadamente, Cris siguió y como pudo sobrellevó aquella terrible historia de violencia en casa que nos afectó a todos, pero estoy seguro que a ella le afectó más. "Cuidar a mis padres es un acto bellísimo de perdón, no te exijas más, con lo que ellos te hicieron deberías estár lejos, en otro país como muchos hijos hacen" le dije para poder explicarle que cuidarlos es algo muy complicado y que quizá no tiene porque hacerlo. Se lo dije después de ver como mi Mamá no recuerda la casa donde todo pasó y ahí entendí aún mucho más cosas. Entendí que mi mamá había logrado bloquear por completo esta terrible historia. "Sabes en donde estamos" le dijo mi papá sentado a lado de ella en el cuarto donde pasé mi infancia. "Estamos en casa donde crecieron los niños", le dijo nuevamente mi papá. Pero Coco, simplemente dijo no, y como una niña siguió dibujando con sus colores. Entendí que mi madre había logrado bloquear por completo la historia donde todo pasó, lo bueno y lo malo, porque vaya que hubo momentos hermosos, un par quizá pero los hubo y ahora su mente estaba en blanco. Entendí que el Alzheimer había llegado mucho antes, cuando el "no hablemos de eso" se fue expandiendo en nuestra vida, y como un extraño virus se fue robando el anhelo de algún día estar en paz, de confiar en que la vida podría volver a darnos la oportunidad de estar en paz. Entendí que he aprendido más a mi madre que todo lo quiere dejar atrás que a mi padre que sale todos los días a las cinco de la mañana a enfrentar el mundo sea cual sea el estado en el que esté, el sale a la calles. Entendí que al salir huyendo de casa como lo hicimos con mi madre se convirtió en la forma de llevar mi vida, ya que muchas veces huía, era mi forma de resolver los problemas, cuando las cosas se ponían mal huía, salía corriendo y negaba lo que había pasado, un comportamiento que repetía una y otra vez, aún después de entenderlo de estudiarlo, esas reacciones estaban programadas en mi. Hasta este momento en que me he dejado guiar por aquella hermosa voz que me guiaba de niño, por ese canto que me fue dado desde muy chico y tenía miedo a reconocer, hasta ahora que puedo entender todo lo que he hecho, o por lo menos la mayoría de las acciones, hasta ahora que la prisa se ha convertido en un recuerdo de mis escritos, un
meme con el que ahora me río, hasta ahora, que puedo ver como mis padres, están en casa mirándose aún a pesar todo el drama, los gritos, los golpes la enfermedades, están ahí sentados uno frente al otro mirándose, y luchando por estar un poquito un paz. Abracé a Cris con fuerza y con la alegría de tenerla viva, de saber que aún hay tiempo, porque si estamos vivos hay tiempo, La abracé aceptando que muy pronto regresará a la ciudad donde vive porque ella sembró su vida allá en otro lugar, y ahora sólo ha venido a dejar la casa en paz. La abracé sabiendo que por fin las respuestas llegan sin tanto cuestionar, al actuar, al pensar como niños, que perdonan sin tanto hablar, la dejé entendiendo que todas las respuestas que quería entender de mi vida, estaban frente a mi, pero no las veía, o no quería verlas, o no sabía como verlas, lo entendí claramente, hoy después de correr y sentir como mis piernas volaban al poder dejar libre toda esta historia, lo entendí claramente al sentarme a meditar y pedir así sin más ni más a Dios que se hiciera presente que me dejara ver su rostro " Quiero verte, ya déjame verte" lo dije así como si hablara con los miles de personajes con los que voy conversando y luego acaban en guiones o simples escritos, lo dije así como un niño que pide sus regalos a los reyes. Lo dije y me quedé callado, y después de un silencio, de un largo y hermoso silencio sentí que me elevaba, cómo si acabara de tomar algo, mi cuerpo empezó a sentir una extraña vibración y sentí que volaba. Ahí el silencio se hizo absoluto y un negro muy profundo se puso en mi mente, dudé que algo pasara, pero mi cuerpo seguía vibrando, después de un rato escuché un extraño pensamiento que de la nada llegaba a instalarse en primera fila "si puedes mirarme en esta oscuridad en este mínimo punto de oscuridad puedes verme en cualquier lado" lloré. Sentí como unas lágrimas de alegría de asombro me recorrían, y después una tenue luz se expandió en mi visión. Mi cuerpo regresó a su estado normal y abrí los ojos, entendí esas palabras, entendí todo lo que ahora había pasado, el abrazo a mi hermana me hacía ver con claridad, muchas cosas, el retar a Dios para verlo me hizo sentirlo más y aprender a mirar mejor. "Les hablo en metáforas porque aún los que tienen ojos no ven (...)" Lo entendí si, todo eso lo entendí, pero más aún lo viví y por eso lo escribo, porque se, estoy seguro que no es fácil llegar a reconciliarte contigo mismo, con tus padres con tus hermanos, estoy seguro que hay vidas que se mueren en la tristeza en la desesperanza, repletas de rencor y odio, enfermos de tanto dolor, y ahora se, ahora se lo hermoso que es perdonar que es reconciliarte con tu origen. No es un estado bonito, que se logra de un día para otro, es un trabajo que requiere de mucha dedicación y una fe de niño, de creer que todo estará bien, es un dejarse guiar por algo mucho más profundo que la mente, es aceptar que no tenemos el control pero al ponerlo en manos de Dios, de esa energía mágica que nos da la vida, todo empieza a tener sentido. Admiro ahora a esa familias que logran superar sus problemas y logran vivir en paz. Admiro ahora lo que antes por ignorancia rechazaba, ahora de regreso a casa, toda esa paz vuelve a mi.
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