Después de tres años de vivir a lado de Coco, llegó el día que nos despedimos, un día que por momentos pensé nunca llegaría y que incluso había descartado que sucediera, El acompañar a mi madre en este tiempo se había convertido en mi vida, de repente después de ser un lobo solitario me convertí en el hijo que no me imaginé ser, en el hombre capaz de ceder y acompañar. Dejar atrás un estado de soledad y estilo ordinario de amante fugaz para poder reconocer algo más en mi. Porque hay algo mas en cada uno de nosotros, y sólo en estas pruebas de vida puedes ser capaz de descubrir que es lo que realmente hay y a donde lo quieres llevar. Años antes había empezado en mi un tipo de entrenamiento, de leer y conocer a maestros que hablan de estar en paz de controlar las emociones, ansiaba poner en calma mi mente y mi alma, poder sentir esa paz que de niño sentía y no estoy siendo romántico al decir esto, esto siento sólo descriptivo al mencionar que recuerdo perfectamente despertar a mis seis años y sentir una profunda alegría por ver el sol, salir y correr y sentir también una alegría inmensa con sólo correr, estaba agradecido por todo, nada opacaba en mi esa manera de ver la vida, y había una tormenta en casa, un caos que muchos años después corroboré, entonces entendí mucho mejor que la fe de un niño es superior al estado neurótico del adulto que está en una constante batalla y que muchas veces lo lleva a morir en vida o a perder toda esperanza de ser algo más que un hombre sistematizado que va y viene sin ningún sentido. Muchos años después al hacerme consciente y trabajar de manera rigurosa y seria a lado de maestros y adentrarme en sus prácticas y sus trabajos, así como entender la vida y obra de maestros que no sólo han dejado una huella imborrable en el ser humano, sino que sus enseñanzas siguen resonando y marcan el calendario de nuestra vidas, entendí que mi mayor anhelo, era volver a ser niño, dejar incluso tanta información que había recopilado y oír, oírme, y ahí empezó el primer paso que fue recordar, porque es eso, ¿Cómo entender nuestro vida hoy si olvidamos quienes somos? si el rayo de luz que nos da la vida empezó mucho antes que pudiéramos entender siquiera que estamos vivos. Muchos son los caminos, muchos son los llamados y poco los elegidos, dice así una frase que separa de una forma muy clara a quien sigue el camino de conocerse y seguir en orden con el universo.
Al entregarme a ese camino llegó la fuerte necesidad de cuidar a mi madre, la cual hubiera resuelto años antes pagando servicios de enfermería y de personas que cuidaran de ella, pero al despertar la consciencia uno ya no puedo obrar por dinero, ahora lo se, las decisiones más importantes en la vida, nada tienen que ver con dinero, eso es algo que puede ayudarnos a llegar a metas muy grandes, pero no es el fin. Un abrazo, un mirar de frente a alguien le puede dar una alegría mucho mayor que mandarle flores y un carro de regalo. Entender esto puede llevarnos toda una vida o más vidas, y la gente opina como muchas veces sucede acerca de lo que tienes qué hacer, pero nada hacen ellos, por cambiar su vida, porque esta verdad no falla, la gente que más critica, es la que menos hace, la que menos propone, se esconden en disfraces que han adoptado para poder ser alguien cuando esa forma de ser los aleja mucho más de su esencia pura, de la esencia que nos da el acompañar al otro, el simplemente estar. Porque nada puedes hacer realmente por el otro, pero sí que podemos acompañar, estar ahí y darle fuerza con nuestra fe y nuestra certeza de que todo en un despertar de la consciencia se puede lograr.
Así caminé tres años de mi vida con Mi bella madre que ahora su memoria se pierde cada vez, y la lucha interna que ahora enfrenta nadie más que Dios puede calmarla, Hoy no sólo me siento totalmente distinto, puedo entender el juego del ser humano, el árbol de la familia que pertenece al de la familia universal de almas que atraviesan este viaje. He aprendido mucho más de lo que me podía imaginar el estar cerca de mis padres el ser útil en sus vidas, no se si me alcance la vida a poder organizar la cantidad de información que he logrado recopilar y poder compartirla con quien pueda ocuparla para poder entender un poco mejor situaciones que parecieran muy difíciles de superar. He recuperado el asombro por la vida, el despertar alegre y feliz, aún cuando en este mismo tiempo me privaron de ver a mis hijos un tiempo así que tuve que lidiar contra sentimientos que se robaban mi calma, aún así y a pesar de todo, aprendí que todo pasa, que la vida sigue que el universo se expande en cada momento, que uno es el que se cree historias que lo alejan de estar en paz, que uno es el que se va alejando de la esencia pura que nos regalaron, por confundirse con el circo que se vive en el mundo, pero nada podremos hacer realmente por el mundo, seguirá igual, lo que si puede marcar la diferencia es hacer de nuestra vida una obra que nos transforme y en ese honesto actuar podemos ayudar a transformar a los demás. Sólo eso,
recordar que nada necesitamos para estar en paz, para ser felices, que el mayor sentido de nuestra vidas es la vida misma, y que ahora en este tiempo es un lujo poder tenerla. Hoy que mi hijo Pablo de doce años me ha ganado al correr, y no me he dejado ganar, y no soy un hombre sedentario al contrario hago mucho ejercicio, hoy mi hijo corre más rápido y este gran momento es el inicio de acompañarlo desde otro lugar de incluso entender que el puede ahora marcar el ritmo de nuestras carreras que solemos hacer, y seguir sea como sea, en un andar en esta vida y acompañarnos.
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