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SIGO VIVO

 Suena la mañana, y despierto aún me siento lejos de mi de lo que creo que soy, y qué soy? y llega muy de mañana la pregunta que desvelaba mi vida, y que como una sombra se instaló a mi lado. Y suena el rancio y violento metal de un carrito de basura que arrastra rápidamente un joven recogedor de basura, rompe el silencio, un silencio que se aleja como la noche, y llega la mañana, una más, otro día, la vida que sigue y oigo que muchos mueren, que la pandemia sigue cobrando vidas, algunas ya muy conocidas, cerca, muy cerca está la muerte en estos días y todos nos reinventamos y me sirvo un vaso de agua, que calma la sed que me ataca en el amanecer, un amanecer helado, un frío que no cede entre los tímidos rallos de sol que penetran los altos árboles de la casa. ¿Dónde está el aliento que describen los sabios? ¿en donde está la visión del rallo de vida?. Aquí estoy hablando contigo, porque en el silencio está el grito de sabiduría que siempre pedimos, pero no nos callamos, es difícil ceder al mercado de imágenes que ofrecen las redes, las tantas cadenas de información y ahí vamos otra vez, a danzar en el circo, un olor a pan me distrae, no corrí hoy ni ayer, hoy la rodilla no quizo jalar y ayer el día de reyes con mis hijos vuelve a ser especial. ¿qué te trajeron los reyes es la pregunta que se mece entre voces? Algo, lo que sea ya es un regalo, nada será lo que uno espera, porque al final siempre llega menos o más, si es que llega, porque se dan casos que los padres renuncian al juego de la fantasía, y no es cuestión de dinero porque hay regalos que no se compran, pero cuando a uno le han amputado el alma, ya no queda mucho, y sin embargo son muchos que andan, que van y vienen sin razón ni sentido. Han sido convencidos de ser menos que una rata que anda libre por las calles, han sido convencidos con miedo y violencia hasta romper su fe y todos tienen una historia, y todos tenemos algo que nos une, y todos pueden explicar qué pasó, y sin embargo toda justificación nos delata, es la forma en que lo cuentas, en que te lo cuentas, es la forma en que el agua avanza en el río o se estanca, dejaste de jugar porque se acabó el día de reyes, ¡es que los reyes nunca llegaron a casa! entonces ahora ¿tampoco te das regalos? primero te hacían y ahora te haces. Nos entrenan con lo que vamos viviendo,  y si sabemos como funciona porque no cambiar el resultado, entonces tendríamos que regalarnos todos los días algo, lo que nunca nos dieron y cambiar el juego de la vida; salgo entonces, me subo en el frío que abraza los árboles, y ahí está la gente que va y viene, los que corren, está aquel señor ya grande que no cede que no falla a esta ritual, pasa a mi lado y veo su prisa por seguir, sólo eso, seguir, y sigue corriendo, se mueve a paso lento pero constante, pasa después una mujer que mucho más ágil y joven avanza y allá a lo lejos justo en la curva donde los rallos del sólo hacen un puente de luz viene un grupo de señoras que avanzan corriendo y platicando y ahí el cerebro hace dos esfuerzos directos muchos más por mantener las piernas y la boca activa. Disfruto caminar como correr ya no tengo tanta prisa, ahora sólo sigo, como ellos, como aquel árbol que se eleva perfecto, y que ahí sin protestar mucho, sin extender sus ramas sobre la calle, sin alardear de su fuerza sigue de pie. Regreso cargado y repleto de fe, recupero la valentía de entregarme al juego, tengo un par de maestros en casa que me enseñan sin esforzarme mucho a seguir jugando, aún mantienen su alma pura y la lucidez que la infancia nos regala, aún traen en su mirada la curiosidad y el anhelo, aún esperan que la vida los premie con el mejor regalo y les enseño a buscar la meta, y me enseñan mucho más ellos. Baja el frío y sube la voz que me guía a seguir viviendo, este es un buen día para seguir viviendo, este es un gran año para hacer algo aún mucho más genial, aquel 2020 nos recordó que no somos dueños, que simplemente somos pasajeros, invitados en este lugar y que la vida, pronto pasará. Miro los pasos que dejan huella en medio de este bosque y me llega un aliento de tamales y me alegra ser parte de este bosque, sentirme vivo estar despierto en medio de tanta muerte y silencio y doy gracias por el favor, de poder seguir contando esto. 






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