Diferentes, únicos, raros, extraños, ¿por qué tratar de entender nuestras diferencias? Por qué tratar de querer parecernos?, ni siquiera los gemelos son iguales, por más que se vean igual físicamente, cada uno tiene su personalidad, sus deseos, sus miedos, su propio mundo, lo pensaba escuchando a uno de mis clientes, que repite las mismas palabras,
-quiero ver más veces el logotipo, quiero que se entienda que es mi marca, yo pago y yo exijo que se haga lo que quiero-
las palabras que tumban y retumban, que se vuelven obvias y predecibles, gente insegura que cree, que repitiendo cien veces
-estoy soy yo no se te olvide, que soy este, mírame bien, soy este-
van a lograr algo, sin embargo, es un juego al que entré por una necesidad, y luego se convirtió en mi forma de vida, ahora trato de salirme de ese disfraz, pero cargué tanto tiempo la máscara que por momentos se me olvida quien soy, aunque se oiga arrogante, podría incluso decirlo de otra manera, se perfectamente quien No soy, y más aún, se perfectamente lo que no quiero ser. Soy algo más que el simio amaestrado trabajando al servicio del amo del circo, con perdón y disculpas para los simios que sin duda tienen una mente mucho más pura que la mía que se infecta en cada instante de domesticación. Lo más curioso es que este cliente tiene en sus oficinas, obra de arte de grandes artistas, personas que han tenido el valor de quitarse el disfraz y mostrarse tal cual, como lo he logrado en algunos momentos de mi vida, pero no iba como artista y ahí está la cosa y entonces en el nombre de la razón, el cliente siempre tiene la razón, aunque en mis casi viente años de experiencia creo que el cliente siempre pierda la razón, el atisbo que les llega, y dejan al sentido común lo que creen que es bueno para su marca.
Comentarios
Publicar un comentario